Nacida de las demoliciones
Antonio Campana sigue desde hace años una de las más insólitas inspiraciones creativas de las que se tenga noticia.
En González Catán, provincia de Buenos Aires, construye una ciudad para ser habitada por objetos utilitarios -muchos palmariamente bellos, otros no tan agraciados y por lo general melancólicos todos- que la vejez, por un lado, y por otro, los cambios urbanos, van relegando para siempre. Es una ciudad erigida con el propósito de exhibir lo que más tarde o más temprano el futuro olvidará.
Campanópolis queda a 32km de Buenos Aires, más precisamente en González Catán, partido de La Matanza.
Castillos que parecen escapados de una película de Tim Burton, caserones cuyos tejados están armados con puertas, salones de baile al mejor estilo Disney y hasta una ciudadela medieval.
A 16 Km de la General Paz, se levanta Campanópolis, una de las locaciones más extravagantes de la Provincia de Buenos Aires y que, como todo mundo encantado, permanece ignorado por la mayoría de la gente.
Ideal para filmaciones que requieran entornos mágicos, suntuosos, antiguos u oníricos, Campanópolis integra el delirio de Disney con la nostalgia del pasado. Al recorrerlo, uno puede sentir que camina una calle de la Italia de posguerra y, unos metros más adelante, verse perdido en una aldea de la Edad Media o salir a un claro de un bosque con una cabaña típica de cuento infantil.
Campanópolis fue levantada por Antonio Campana, íntegramente construida con material de demoliciones, descartes de fundiciones y hasta derrumbes. Comenzó en 1976, cuando los médicos le recomendaron un tiempo de reposo. Sin conocimientos arquitectónicos, Campana se dedicó a construir uno de los sitios más oníricos del país.
Hoy, esta extraña y enigmática ciudad ocupa 20 hectáreas y está construida sobre un terreno de 200, sin habitantes.
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